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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedIN«Los resultados indican que el Congreso ha tenido una aceptación muy alta por parte de los ciudadanos y de los profesionales, superando las expectativas previstas en el proyecto; tanto por número de asistentes a la feria y la degustación como a las ponencias y talleres, como por el número de ponentes que han participado».
Tal es la valoración por parte de la organización de este I Congreso del producto y la gastronomía de los Pirineos ha finalizado, Hecho en los Pirineos, que se celebró en Huesca del 18 al 21 de marzo, los dos primeros días en forma de feria agroalimentaria con talleres abiertos al público, y lunes y martes, como congreso en sí, con ponencias, conferencias, debates y más talleres, siempre con poderosa presencia de los productores de ambos lados de los Pirineos centrales.
A lo largo de cuatro días, más de ocho mil personas han pasado por el Palacio de Congresos de Huesca en sus diversas actividades, amén de 79 ponentes y 365 congresistas. Ya el primer día, tras la inauguración, se explicaron diferentes fórmulas para fijar la población, buscando que el valor añadido del producto agroalimentario se quede en el territorio. De hecho se plantearon los primeros contactos para intercambiar producto local de ambos lados de los Pirineos: la cooperación entre el consumidor, el productor y el distribuidor incide en la responsabilidad social, en el consumo responsable.
Ha quedado clara la importancia del productor agroalimentario como vertebrador del territorio y la necesidad de unificar mensajes con las marcas de Calidad para no confundir al consumidor. Se ha mostrado el enorme potencial investigador en agroalimentación de la comunidad y como los aspectos nutricionales se integran en la gastronomía.
El congreso ha avalado la consolidación de los vinos blancos del lugar; ha reivindicado el Ternasco de Aragón como producto local; ha mostrado la larga tradición en dulces y helados en constante actualización; ha constatado la consolidación de la trucha, el esturión y el caviar como producto pirenaico; desde Francia nos ha acercado la cultura del pato y del foie; ha descrito la interrelación entre lo sólido y lo líquido; ha reivindicado el retorno de las salsas; ha explicado el buen uso del arroz crecido con las aguas del deshielo para las preparaciones asiáticas; y finalmente ha puesto en valor las setas y la trufa, tanto en cocina, como para asentar población en el territorio.
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