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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINEl calor extremo, provocado por el cambio climático, unido a las lluvias torrenciales, está poniendo en jaque la labor de los mariscadores en nuestro país. Desde hace años, los fondos marinos gallegos, particularmente en la ría de Arousa, están avisando de que la situación empieza a ser insostenible en la que fuera la ría más rica en marisco de toda Galicia.
Según los expertos, este genera un descenso de oxígeno en el agua, lo que provoca la muerte de las especies. Desde la costa mediterránea hasta la atlántica, los mejilloneros del delta del Ebro y los mariscadores de las rías gallegas reclaman medidas urgentes.
No solo advirtieron de que esto sucedería, reclamaron medidas que ayudaran al sector, pero nunca llegaron. Esto llevo a los mariscadores a cifrar las pérdidas en 10 millones de euros en 2021 y no se ve luz al final del túnel.
La almeja babosa, una de las más cotizadas, es de las que más escasean. En 2021 se capturaron 158 toneladas, cuando la media de los últimos 20 años se sitúa en las 547 toneladas, según los datos de la Plataforma Tecnolóxica da Pesca, dependiente de la Consellería do Mar.
Caso similar es el del berberecho, pasó de ser la especie principal a casi desaparecer de la ría. El año pasado se recogieron 165 toneladas, lo que supone un 77% menos que la media histórica.
La crisis del sector es la más grave en décadas. “Hace años cogíamos 10 kilos de almeja japónica al día y hoy no llegamos ni a tres” cuentan a RTVE.es mariscadoras de la Cofradía de A Pastoriza en Vilanova de Arousa.
Las cofradías de Arousa impusieron medidas para recuperar los cupos, "pero no se recuperan". La producción no solo va a menos, "muchos bivalvos se mueren y otros ni siquiera llegan a crecer", cuenta una mariscadora de A Pastoriza. "Media hora en la Ría de Arousa era suficiente para coger kilos de marisco, ahora estás dos horas y no llegas a dos kilos", recuerda.
A 100 kilómetros, en la Costa da Morte, la situación de los percebeiros es igual de dramática. “Nosotros trabajamos solo con la luna llena y con la luna nueva, es decir, entre 15 y 17 días al mes, tenemos que conseguir un sueldo esos días y muchas veces volvemos a casa con un kilo de percebes, medio kilo e, incluso, con nada” explica Olga (nombre ficticio), percebeira de la Cofradía de Corme.
Olga lleva 25 años trabajando y su opinión es clara: “El cambio climático desde luego que tiene culpa porque el percebe necesita una serie de condiciones climatológicas para que se dé, que ya no se dan”.
La situación preocupa en toda la costa gallega. Juan (nombre ficticio) tiene 42 años y empezó a mariscar con 19, a día de hoy cree "tiene que haber un cambio grande para que yo me pueda jubilar de esto".
La solicitud de licencias cae cada año, según datos de la Plataforma Tecnolóxica da Pesca, dependiente de la Consellería do Mar. Juan no ve nada extraño en esto, “no hay relevo generacional, pero es normal, no hay prosperidad en el sector y aunque es una profesión bonita, no quiero animar a alguien a buscar un futuro en esto, porque no lo hay”.
El sector reclama medidas e investigación para saber qué ocurre en la ría, porque “de la campaña de Navidad no se puede vivir todo el año”.
El porqué de este descenso lo conocen los científicos. Paula, bióloga en una cofradía de la ría de Arousa, explica que la baja salinidad del mar debido a las lluvias torrenciales y el aumento de las temperaturas pueden explicar el gran descenso de producción marisquera.
De hecho, un estudio de la Universidad de Vigo, liderado por la zoóloga Elsa Vázquez, realizó mediciones en la ría y si los parámetros normales rondan los 30 gramos de sal por litro de agua, se detectó que tras los aguaceros la sal por litro era de entre 5 y 10 gramos.
También el aumento de algas presentes en el mar preocupa a los biólogos. La proliferación de algas debido a las altas temperaturas cada año es mayor e intensifica considerablemente la mortalidad en el marisco. En lo que va de año, la Cofradía de A Pastoriza salió 82 días a limpiar algas, cuando la media de años anteriores se sitúa en 54 días.
Este aumento era un fenómeno estacional que se veía entre abril y septiembre. Sin embargo, "este año hicimos limpieza de algas en diciembre, algo que siempre fue impensable", cuenta Paula.
El sector reclama constantemente estudios científicos. Desde Ecoloxistas en Acción apoyan estos reclamos. Ana Freiría, miembro de esa asociación, cuenta que "la investigación es muy escasa y sin investigación no se puede avanzar".
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