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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINEspaña tiene más 950.000 hectáreas de viñedo, muchas de ellas protegidas por alguna de las 70 Denominaciones de Origen que hacen posible que nuestro país sea cuna de grandes vinos, reconocidos en todo el mundo. Si hay algo que ha hecho posible este éxito es la labor continua de investigación e innovación de nuestros enólogos, empresarios y bodegueros... Siempre buscando ir más allá, alguien dejó de mirar hacia la tierra y volvió sus ojos al mar: ¿Y si…? 7.900 kilómetros de costa dan para mucho. En la búsqueda para obtener un mejor producto, más sorprendente, distinto, se halla el por qué de las bodegas submarinas, una rareza que está dejando de serlo en España, donde proliferan a lo largo de nuestro litoral.
Bodegas y Viñedos Raúl Pérez, en Pontevedra; Bodegas Vallobera, de La Rioja Alavesa pero con cava submarina en Sant Carles de la Rápita, Tarragona; Bodega Viña Maris, en Calpe, Alicante; Bodega Vinos Tendal, en la isla canaria de La Palma; Bodegas Luis Pérez, en Conil de la Frontera, Cádiz ;Cala Llevadó, en Tossa del Mar, Girona; o Crusoe Treasure, en Plentzia, Bizkaia, son los principales abanderados en nuestro país, la punta de lanza de una industria que apuesta continuamente por ofrecer alternativas para seguir sorprendiendo y conquistando mercados y paladares por todo el mundo.
Cada vez que se ha recuperado una botella de vino o un ánfora procedente de algún navío hundido hace tiempo, ha sorprendido que el contenido de la botella estuviera en perfecto estado, pese a no haber estado ni en tierra ni supervisado por la mano humana. Es más, era estupendo.
Esto se debe a las especiales condiciones que otorga el mar. Una combinación de muchos factores, desde la presión, la humedad, hasta la ausencia de luz, ruido y otras condiciones que pueden perjudicar la vida de los caldos, pasando por una temperatura constante o la salinidad. Todo ello, mientras se dejan acunar suavemente por el oleaje y el lento vaivén de las mareas. Un lugar que, a decir de los expertos, se ha demostrado idóneo para la conservación y el envejecimiento de las botellas de vino.
Vinos frescos, con un punto de salinidad
Los caldos que envejecen en bodegas submarinas en España son, debido a toda esa concatenación de factores antes comentados, vinos frescos y jóvenes, con sabores suaves y redondos, que ofrecen aromas secundarios y terciarios que predominan sobre los primarios, con un punto de salinidad y bouquet (el aroma que adquiere el vino durante su envejecimiento) mineral, de gran intensidad cromática y aromática.
Raúl Pérez, uno de los jóvenes y más talentosos enólogos españoles, que revolucionó el Bierzo leonés con sus propuestas, es uno de los que ha sucumbido a los encantos del mar. Ha creado Sketch, un vino blanco de tipo albariño que procede de cepas de entre 60 y 80 años de la zona de Meaño (Pontevedra), con elaboración de sistema borgoñón, en barricas de 750 litros. Se sumerge en jaulas metálicas a 19 metros de profundidad, en la Ría de Arousa pontevedresa.
Las Bodegas Luis Pérez de Jerez de la Frontera también han visto una oportunidad en el fondo del mar. Así, en aguas entre Conil y Sancti Petri reposa su Garum Submarino, procedente de barricas de roble -50% francés, 50% americano nuevas- del propio Jerez. Se embotella y se introduce en ánforas, que se sumergen a 12 metros de profundidad, donde permanecen al menos doce meses.
La Bodega Vallobera, de la localidad riojano-alavesa de Laguardia, probó ya en 2009 a sumergir botellas de uno de sus vinos de Crianza, el Terran Perla 2007, igual que si fueran mejillones u ostras, en unas bateas que sumergió a 5,5 metros de profundidad frente a las costas de Sant Carles de la Rápita, en Tarragona, donde permanecieron entre 60 y 176 días. Una prueba que resultó satisfactoria y que han continuado repitiendo desde entonces.
Enoturismo submarino
El sabor diferente y la calidad de un producto cuidado hasta el más mínimo detalle en su elaboración no es lo único que distingue a la mayoría de las bodegas submarinas de nuestro país. Algunas añaden a todo ello la posibilidad de vivir una experiencia única, el llamado enoturismo submarino: sumergirse para ver el lugar donde reposan las botellas -y de paso contemplar los fondos marinos de nuestras costas-, y después, catar uno de esos vinos que hemos podido ver en el lecho marino.
En el caso de Bodegas Viña Tendal, por ejemplo, las botellas están depositadas en cavas submarinas situadas a 15 metros de profundidad, en el litoral oeste de la isla de La Palma. Gracias a la colaboración con el Club de Buceo Cueva Bonita se puede realizar una visita submarina al lugar, con una excepcional riqueza animal, en la que, seguro, se convierte en una aventura como pocas veces habremos hecho.
En la localidad alicantina de Calpe, Viña Maris ofrece variados tipos de excursiones, aunque los más atrevidos –buceadores certificados- seguro que se apuntan a explorar, junto a los profesionales de la bodega, las cavas submarinas. Allí en el fondo hay sorpresas, desde ánforas a una estatua del dios Marte a tamaño real… Con todo, lo mejor es que quien opte por esta modalidad encontrará un cofre en el que hallará una botella que, posteriormente, degustará en el barco que le ha llevado hasta el lugar, maridada con productos gastronómicos de la zona.
El tesoro en Cala Llevadó, en Tossa del Mar, es el vino. Aquí también podemos practicar buceo enológico, descendiendo hasta los 8 metros de profundidad, los principiantes, y los 18, los profesionales, donde encontraremos una serie de cofres de madera de los que podremos extraer una de las botellas que guardan para luego degustarla en un restaurante de la cala. Las inmersiones las organiza el Club de Buceo Cala Llevadó Watersports. El vino, que procede de Viña Casanueva, en Chile, hace aquí, en las aguas de la Costa Brava, su maduración. Como mínimo permanece un mes sumergido.
En las más fresquitas aguas del Cantábrico la experiencia es en Bizkaia, concretamente en la localidad de Plentzia. Allí han creado el primer arrecife y bodega artificial del mundo, alrededor del cual se ha disparado la vida marina. La actividad más llamativa y emocionante es, precisamente, sumergirse para visitar el arrecife y la bodega bajo el mar, a 15 metros de profundidad, para luego llevar a cabo una cata de su vino Crusoe Treasure.
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