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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINBogavante azul, pez de San Pedro, pollo de Bresse, queso y una "omelette" noruega de postre. Todo ello regado con cinco de los mejores vinos blancos de Francia. Esa es la propuesta del parisino restaurante Le Taillevent, que, a 1.200 euros, lo considera el menú más caro de Europa.
El restaurante cuenta con dos estrellas Michelín y aúna la alta cocina del chef Alain Solivérès con los mejores caldos blancos franceses. Este menú especial está disponible desde el pasado 14 de octubre hasta el próximo 10 de enero, y sólo han ofertado cinco mesas de diez comensales cada una.
Dos ya han sido servidas, otras dos están reservadas y la última está a disposición de los bolsillos más selectos, según el director del restaurante, Jean-Marie Ancher, quien ha asegurado que el elevado precio se explica en gran parte porque las botellas que se sirven "son excepcionales y de las más caras" del mundo.
El protagonismo de los vinos se enmarca en la tradición de Le Taillavent, que cuenta con más de 3.000 referencias en su bodega y que se distingue desde su inauguración, en 1946, por buscar el maridaje perfecto entre los caldos y la cocina.
El banquete comienza con un bogavante azul gratinado "a la cardinale", una forma de cocción que consigue que el caparazón sea rojo como las vestimentas de los cardenales, acompañado de una guarnición de trufas negras y sabayon, una especie de natillas aromatizadas con vino.
Para acompañarlo se sirve un Châteu Grillet de 2005, un vino joven de una denominación de origen especial por sus reducidas dimensiones -solo 4 hectáreas- y su orientación sur.
El ágape continúa con un pez de San Pedro envuelto en algas servido con patatas panaderas, berberechos y mejillones regados con una salsa de vino blanco y marisco.
Este plato se marida con un Savennières-Coulée de Serrant de 2004.
Para acompañar el tercer plato, el restaurante propone un Marquis de Laguiche de 2002, de la denominación de Montrachet, un buen aliado para acompañar el pollo, cocinado con trufa y foie gras.
Como marca la tradición francesa, antes del postre se degusta un queso, que en este caso es un Comté viejo, de 36 meses, que va de la mano de un Château-Chalon de 2005.
El menú culmina con una "omelette" noruega, que juega con el contraste de sabores entre el sorbete de mango y la capa de merengue que lo recubre y que se flamea en la sala. Este postre se sirve escoltado por un Château d´Yquem de 2003.
Todos los vinos proceden de viñedos con una baja producción, lo que explica que el menú multiplique por más de diez el precio habitual de mediodía, 102 euros con bebida incluida.
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